Explora la verdad sobre el eccema y la capacidad de contagio: causas, síntomas, tratamientos y medidas preventivas. Guía para entender y manejar eficazmente el eccema.
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El eccema hace referencia a un grupo de afecciones inflamatorias de la piel caracterizadas por piel seca, comezón y lesiones típicas (manchas rojas, ampollas, supuración, escamas y costras).
En el lenguaje cotidiano, el término "eccema" se refiere más a menudo al eccema atópico, el tipo de eccema más frecuente.
La dermatitis atópica o eccema atópico se caracteriza por fases sucesivas de brotes y remisiones de los síntomas típicos del eccema. Es básicamente una enfermedad infantil que suele comenzar en los primeros meses de vida y desaparece a medida que el niño crece. Suele darse en una familia con antecedentes de atopia y puede asociarse a otras enfermedades alérgicas como el asma y la rinitis alérgica.
En otros tipos de eccema, encontramos:
Los síntomas del eccema se caracterizan por:
El diagnóstico del eccema es clínico; el médico recopila el historial médico del paciente y examina toda la piel.
Las pruebas localizadas pueden confirmar el diagnóstico de la dermatitis de contacto. Raramente están indicadas otras pruebas (examen de IgE específico, biopsias cutáneas o doppler de piernas por ultrasonidos).
El eccema es una afección cutánea común envuelta de muchos conceptos erróneos, sobre todo en relación con la capacidad de contagio. Distinguir el mito de la realidad es esencial: no, el eccema no es contagioso.
El eccema no es una enfermedad infecciosa, sino inflamatoria. No se propaga por contacto físico ni a través de objetos contaminados. Entender la verdadera naturaleza del eccema es crucial para reducir el estigma y la desinformación en torno a esta enfermedad.
Sin embargo, la transmisión del eccema puede ser hereditaria. En los casos de dermatitis atópica, los padres pueden transmitir las mutaciones genéticas responsables de la enfermedad a sus hijos.
Las causas del eccema son multifactoriales y complejas.
Esta enfermedad inflamatoria puede tener causas genéticas en la raíz de la transmisión hereditaria del eccema. Una mutación en el gen de la filagrina, una proteína esencial para la integridad de la epidermis, es particularmente frecuente en la dermatitis atópica. Sin la filagrina, la estructura de la piel se altera; no retiene el agua debidamente, y se vuelve seca y más permeable a factores ambientales, agentes irritantes o alérgenos. Las disfunciones del sistema inmunitario provocan una reacción alérgica excesiva ante estas sustancias, responsable de los síntomas cutáneos del eccema.
Son muchos los factores ambientales que pueden desencadenar o empeorar el eccema:
- Alérgenos transportados por el aire (polen, ácaros del polvo o pelo animal) y contaminantes.
- Condiciones meteorológicas (ambientes secos o demasiado húmedos).
- Hábitos de higiene inadecuados (duchas demasiado frecuentes o calientes, y productos cosméticos irritantes).
- Irritantes (sustancias químicas, jabones, perfumes, detergentes y tejidos)
- Alérgenos alimentarios (cacahuates, mariscos y huevos), sobre todo en el eccema en bebés.
Aunque no hay una transmisión directa del eccema, algunas complicaciones del eccema son contagiosas.
Debido a la "porosidad" de la piel, el eccema facilita las infecciones cutáneas bacterianas como el impétigo, a menudo causado por Staphylococcus aureus o Streptococcus. Estas infecciones presentan riesgo de transmisión por contacto directo.
El eccema puede facilitar las infecciones víricas, como el eccema herpético, una enfermedad potencialmente grave causada por el virus del herpes. Estas infecciones pueden ser contagiosas y requieren tratamiento urgente.
Las alteraciones cutáneas pueden aumentar la vulnerabilidad ante las infecciones fúngicas, como los dermatofitos y la candidiasis, que pueden ser contagiosas por contacto significativo u objetos contaminados.
La sarna, causada por el ácaro Sarcoptes scabiei, puede simular los síntomas del eccema con comezón intensa y erupción. Sin embargo, las zonas afectadas son diferentes, y los médicos pueden identificar sus lesiones específicas (surcos o líneas de la sarna). Es una enfermedad muy contagiosa por contacto directo.
La candidiasis y los dermatofitos a veces se manifiestan en forma de protuberancias y comezón que pueden confundirse con el eccema. Generalmente afectan a los pliegues (ingles o entre los dedos de los pies) y presentan un riesgo moderado de transmisión, básicamente a través de objetos contaminados.
Los cuidados locales son fundamentales para la salud de la piel en el tratamiento del eccema. La aplicación de emolientes varias veces al día puede hidratar la piel, calmar la comezón y prevenir los brotes. Al restablecer la calidad de la barrera cutánea, los emolientes ayudan a reducir la penetración de bacterias (como los estafilococos), una fuente de infecciones cutáneas.
Los corticosteroides son el tratamiento para los brotes de eccema. En algunos casos, los médicos pueden recetar inhibidores tópicos de la calcineurina.
La fototerapia y los tratamientos sistémicos específicos están indicados en los eccemas severos y resistentes.
En caso de sobreinfección bacteriana, los médicos recomendarán tratamiento antiséptico local. Los antibióticos orales se reservan para las infecciones severas y extensas.
El eccema herpético es una complicación severa que requiere tratamiento antiviral urgente.
Una serie de medidas cotidianas de manejo son esenciales para prevenir el eccema. Sigue estos consejos prácticos:
Aunque el eccema en sí no es contagioso, hace que la piel sea más vulnerable a las infecciones. Para prevenir estas complicaciones, mantén la piel limpia e hidratada a diario y evita rascarte las lesiones. Mantén las uñas cortas. Si observas signos de infección (rojeces, hinchazón, calor o supuración), consulta a un médico.
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La dermatitis atópica no es contagiosa. El eccema o dermatitis atópica es el resultado de una disfunción inmunológica y una lesión de la barrera cutánea. Existe un componente hereditario. Entre el 50 % y el 70 % de las personas con dermatitis atópica tiene un familiar de primer grado afectado. Este riesgo aumenta al 80 % cuando ambos progenitores están afectados. Otros desencadenantes comunes, como el estrés, los productos y prendas de vestir irritantes, o los cambios térmicos, también pueden explicar la aparición de la dermatitis atópica.