El eccema en bebés se caracteriza por la presencia de comezón y rojeces. ¿Cómo puedes reconocer los síntomas y cuidar la piel de tu hijo?
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El eccema o la dermatitis atópica en bebés se manifiesta en ciclos de brotes inflamatorios y periodos de remisión.
En los brotes, los síntomas habituales son:
Las ubicaciones habituales de lesiones de dermatitis atópica en bebés son:
El eccema en bebés suele evitar zonas como las palmas de las manos, las plantas de los pies, la nariz y la región del pañal. El patrón de las lesiones puede variar entre los bebés, y acostumbra a desplazarse a las zonas de flexión, como la cara interna de codos y rodillas, a medida que el niño crece.
La aparición de dermatitis atópica en bebés viene derivada de una compleja interacción de factores genéticos, inmunitarios y ambientales.
El eccema tiene una marcada predisposición genética. Las investigaciones indican que si uno de los progenitores tiene antecedentes de afecciones atópicas, incluido el eccema, su hijo se expone a un riesgo entre un 50 y un 70 % mayor de desarrollar la enfermedad. Entre los genes implicados destacan los responsables de la producción de filagrina, una proteína vital para mantener la integridad de la barrera cutánea.
En bebés con eccema, una deficiencia de esta proteína y la consiguiente pérdida de la película hidrolipídica natural pueden provocar una mayor pérdida de agua a través de la piel. Esta alteración de la función de barrera de la piel, agravada por las anomalías de la filagrina, deja la piel seca y más susceptible a la penetración de sustancias alergénicas, lo que desencadena las respuestas inflamatorias.
Los bebés que padecen dermatitis atópica presentan un sistema inmunitario inusualmente reactivo. Esta hiperactividad se caracteriza por la producción de niveles excesivos de anticuerpos IgE en respuesta a alérgenos ambientales comunes.
Los elementos ambientales son críticos tanto para la aparición como para el agravamiento de la dermatitis atópica en bebés. Los agentes irritantes cotidianos, como jabones, detergentes, perfumes y tejidos de lana, junto con las fluctuaciones térmicas, pueden intensificar los síntomas del eccema. Ciertos alérgenos alimentarios pueden desencadenar o exacerbar el eccema en bebés predispuestos. La exposición a la contaminación atmosférica y el humo del tabaco también contribuye al riesgo de desarrollar eccema.
La dermatitis seborreica, a menudo denominada "costra láctea" en bebés, es una afección distinta del eccema. Suele manifestarse en zonas ricas en glándulas sebáceas, como el cuero cabelludo y el rostro, en forma de manchas de color salmón, cubiertas de escamas gruesas y grasosas de un tono blanco o amarillo. Aunque puede darse junto con el eccema, por lo general la dermatitis seborreica carece de marcas de rascado asociadas y no altera el sueño.
Tanto el eccema como la psoriasis en bebés son trastornos cutáneos inflamatorios crónicos, aunque la psoriasis se caracteriza por la presencia de placas rojas cubiertas de escamas en un tono blanco plateado. Rara en bebés, la psoriasis afecta inicialmente a la zona del pañal, de forma similar a la dermatitis del pañal pero con límites bien definidos.
Entre las ubicaciones habituales de la psoriasis se encuentran las superficies extensoras, como codos y rodillas, y el pulgar en los bebés que se chupan el dedo (a menudo denominado "signo del pulgar").
En lactantes, la dermatitis de contacto irritativa suele aparecer en el rostro, sobre todo alrededor de la boca, así como en las manos y la zona del pañal. Con frecuencia se desencadena por ciclos continuos de humectación y secado de la piel, y por la exposición a agentes irritantes como saliva, orina, heces, productos limpiadores o ciertos alimentos.
La sarna, causada por el ácaro Sarcoptes scabiei, suele afectar a las palmas de las manos, las plantas de los pies, el rostro y el cuero cabelludo de los bebés.
A diferencia del eccema, la sarna es una enfermedad contagiosa, que a menudo se propaga a otros miembros de la familia. Las lesiones no presentan la sequedad que se observa en el eccema, y los surcos o líneas de la sarna pueden ser visibles con la exploración.
El impétigo, una infección cutánea bacteriana superficial frecuente en bebés, suele desarrollarse en lesiones cutáneas leves, como heridas, irritaciones o dermatitis previas. Se caracteriza por rojeces, hinchazón y costras distintivas de color miel.
La candidiasis, una infección fúngica causada por Candida albicans, suele afectar a las zonas cálidas y húmedas del organismo del bebé, sobre todo la zona del pañal y los pliegues de la piel. Puede causar comezón, pero no el prurito intenso asociado al eccema.
El tratamiento de la dermatitis atópica en bebés es básicamente sintomático, centrado en aliviar los síntomas en los brotes y minimizar la aparición de nuevos episodios.
La hidratación es la piedra angular del tratamiento. Restaura la barrera cutánea y previene la sequedad, reduciendo la comezón, la irritación y la frecuencia de los brotes.
Hidrata la piel de tu bebé aplicando un emoliente 2 veces al día por todo el cuerpo, con mayor énfasis en invierno, cuando la piel es más susceptible a la sequedad.
Los corticosteroides tópicos reducen eficazmente la inflamación en los brotes de eccema atópico. Deben aplicarse 1 vez al día en las zonas afectadas.
Su potencia viene establecida por el médico según la gravedad de los síntomas y la localización de las lesiones. Cumplir la prescripción médica es crucial.
En algunos casos, pueden ser necesarios tratamientos adicionales del eccema infantil, como antibióticos para las sobreinfecciones bacterianas o terapias especializadas para las afecciones más severas.
Aplicar ciertas prácticas es crucial para evitar los brotes de eccema en tu bebé.
Adopta estas medidas para minimizar la irritación de la piel:
1. Productos de baño adecuados: utiliza limpiadores líquidos sin jabón, con un pH neutro y niveles adecuados de lípidos. Los jabones alcalinos pueden ser demasiado abrasivos para la piel delicada de un bebé.
2. Temperatura del agua moderada: procura que el agua esté tibia, idealmente 27-30 °C, para proteger la piel de tu bebé.
3. Limita la duración del baño: Mantén los baños cortos, de unos 5 minutos, para evitar que la piel se reseque. Los aceites de baño formulados para bebés pueden ayudar a retener la humedad.
4. Limpieza suave: Limpia suavemente la piel de tu bebé para eliminar costras y contaminantes bacterianos, sobre todo si hay una sobreinfección.
5. Secado suave y aplicación de emolientes: Seca la piel de tu bebé dando toques suaves con una toalla y aplica un emoliente mientras la piel esté todavía húmeda para retener la humedad.
6. Minimiza los desencadenantes ambientales: mantén un ambiente en el hogar con una humedad óptima y una temperatura estable en torno a los 18 °C. Protege a tu bebé del humo del tabaco y los alérgenos familiares asegurando una buena circulación del aire.
7. Evita los agentes irritantes de contacto: elige ropa de algodón y evita los tejidos de lana o fibras sintéticas. Aclara bien la ropa y evita los suavizantes perfumados.
Estos métodos delicados pueden ayudar a aliviar la comezón y evitar que los bebés se rasquen:
En la mayoría de los casos, la dermatitis atópica mejora con la edad. En algunas personas los síntomas disminuyen considerablemente antes de la pubertad, mientras que en otras pueden ser persistentes.
References:
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