Aprende a identificar y tratar los granos de eccema. Consejos prácticos de prevención y cuidado, y cuándo consultar a un dermatólogo.
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El término "granos" de eccema es algo engañoso; el eccema suele manifestarse en forma de inflamaciones localizadas, no granos en el mismo sentido que las lesiones típicas de enfermedades infecciosas como el sarampión o la roseola.
El diagnóstico del eccema se basa en un examen clínico: los "granos" de eccema suelen formar zonas rojas, a menudo secas. En la superficie de estas manchas, es frecuente encontrar finas vesículas (acumulaciones de líquido con un diámetro inferior a 1 cm) que pueden erupcionar y provocar supuración y costras.
Una comezón importante suele acompañar a las manchas de eccema y puede asociarse a lesiones por rascado (excoriaciones), con el consiguiente riesgo de sobreinfección. Aparte de las manchas, la piel en general está seca, áspera y, a veces, escamosa. Con el tiempo, la piel con eccema puede cambiar de color, volverse hipo/hiperpigmentada y engrosarse, especialmente en adultos: esto se denomina liquenificación.
Los granos de acné suelen aparecer en forma de pápulas (pequeñas lesiones en relieve), vesículas o pústulas (lesiones en relieve con pus), y pueden ir acompañados de puntos negros o espinillas (comedones), quistes o incluso nódulos (lesiones profundas que se extienden a la dermis). En comparación con el eccema, las lesiones de acné son más grasosas y suelen aparecer en el rostro, la espalda y el pecho.
El eccema difiere de las manchas gruesas y bien definidas de la psoriasis, cubiertas de escamas plateadas. Estas manchas suelen localizarse en codos, rodillas y cuero cabelludo. El eccema presenta lesiones menos gruesas, pero con signos más pronunciados de rojeces e inflamación, sequedad cutánea y supuración.
Los síntomas de la urticaria se manifiestan en forma de pápulas o rojeces en zonas hinchadas como consecuencia de un edema local. Estas lesiones, parecidas a las picaduras de ortiga, suelen ser temporales y desaparecer en menos de 24 horas. El eccema, en cambio, presenta manchas persistentes que pueden durar varios días o semanas.
La sarna es una enfermedad cutánea causada por un ácaro que provoca comezón intensa, especialmente por la noche. Las lesiones típicas incluyen surcos y pápulas, sobre todo entre los dedos, en las muñecas y alrededor de la cintura.
Las infecciones cutáneas por hongos, como los dermatofitos, se manifiestan en forma de manchas y rojeces preferentemente en los pliegues de la piel (ingles y espacios entre los dedos de los pies). Al margen de los pliegues, pueden adoptar un aspecto anular característico.
Las causas del eccema son multifactoriales e incluyen factores genéticos, inmunitarios y ambientales.
Múltiples mutaciones genéticas, sobre todo en el gen de la proteína cutánea de la filagrina, contribuyen a la sequedad de la piel en la dermatitis atópica. Si unos padres tienen antecedentes de eccema u otras alergias no cutáneas como asma o rinitis alérgica, su hijo tiene más riesgo de desarrollar eccema.
En individuos con eccema, especialmente dermatitis atópica, el sistema inmunitario reacciona de forma exagerada ante sustancias normalmente inocuas, lo que provoca inflamación cutánea y manchas de eccema.
Los desencadenantes más frecuentes de las manchas de eccema son:
- Meteorología (tiempo frío y seco o, por el contrario, humedad excesiva).
- Alérgenos ambientales (ácaros, polvo o polen) y contaminantes (contaminación urbana y humo de tabaco).
- Alérgenos alimentarios (huevos, leche y cacahuates), especialmente en la dermatitis atópica en bebés.
- Estilo de vida y hábitos de higiene (duchas demasiado frecuentes, jabón o secado agresivo).
- Estrés.
- Los agentes irritantes y sustancias químicas (tejidos sintéticos, jabones o detergentes) tienen un riesgo especial de provocar eccema de contacto.
Para tratar las manchas de eccema, los dermatólogos recetan corticosteroides tópicos en cremas o pomadas. Reducen la inflamación y la comezón.
Así pues, las zonas inflamadas deben tratarse con corticosteroides tópicos 1 vez al día, preferiblemente por la noche, extendiéndose más allá de las lesiones.
En casos más severos, los inmunomoduladores tópicos (pomada con tacrolimus o pimecrolimus) o tratamientos sistémicos (fototerapia, inmunosupresores o anticuerpos monoclonales) pueden controlar mejor los brotes.
Es primordial seguir meticulosamente las instrucciones del médico sobre frecuencia y duración de uso al aplicar corticosteroides tópicos.
En los brotes, no deben aplicarse emolientes en las lesiones inflamatorias. Sin embargo, si la piel está seca, pueden aplicarse en el resto del cuerpo.
Se recomienda seguir una rutina diaria de cuidado de la piel suave para prevenir los brotes de eccema. Ahora se recomienda no tomar un baño o una ducha a diario, sino espaciarlos, excepto en caso de sudoración por esfuerzo o en verano. Utiliza agua tibia y un limpiador suave, y sécate suavemente sin frotar.
Después del baño o la ducha, aplica un emoliente hipoalergénico cuando la piel esté aún ligeramente húmeda para maximizar su eficacia.
Da prioridad a las prendas de algodón y aclara bien la ropa después de lavarla para eliminar los restos de detergente. Evita las prendas de lana, los tejidos sintéticos y los suavizantes perfumados, que pueden irritar la piel.
En tu entorno doméstico, mantén una temperatura fresca y ventila los espacios a menudo para reducir los alérgenos e irritantes. Mantén las uñas cortas para evitar lesiones por rascado y complicaciones relacionadas.
Dejar de fumar es beneficioso para el estilo de vida. Se recomienda hacer ejercicio y evitar actividades con una sudoración excesiva. Dúchate después de hacer ejercicio y aplícate un emoliente. Refuerza la aplicación de emolientes cuando el tiempo sea frío y seco. Por último, no cambies tu dieta sin asesoramiento médico, a menos que se trate de un alérgeno alimentario específico.
La hidratación de la piel es fundamental para prevenir los brotes de eccema. La aplicación de emolientes 2 veces al día en todo el cuerpo:
- Evita la sequedad cutánea.
- Fortalece la barrera cutánea.
- Reduce el riesgo de brotes.
- Ayuda a aliviar la comezón.
- Reduce la necesidad de tratamientos corticosteroides tópicos.
Aplicar emolientes después del baño o la ducha maximiza su eficacia cuando la piel aún está ligeramente húmeda. Para minimizar el riesgo de alergia, también es beneficioso incluir en la rutina de cuidado de la piel productos formulados especialmente para la piel sensible y con tendencia al eccema.
Es crucial consultar a un dermatólogo si se observa un empeoramiento de los síntomas del eccema, como comezón más intensa, granos y lesiones diseminadas, supuración, hemorragia y signos de infección (granos dolorosos, cambio de apariencia o fiebre). Un dermatólogo también puede intervenir en casos de dudas diagnósticas o efectos secundarios de los tratamientos, o si el eccema afecta a la calidad de vida (estrés, trastornos del sueño, e impacto en la vida social o profesional).
Si los tratamientos habituales del eccema dejan de ser eficaces o los brotes se hacen más frecuentes o severos, esto puede indicar una progresión de la enfermedad que requiera una reevaluación. Además, la presencia de síntomas inusuales como dolor, calor excesivo localizado o cambios repentinos de la textura o el color de la piel, también deben motivar una consulta.
Un dermatólogo puede ofrecer un método personalizado de manejo de las lesiones del eccema, lo que incluye el ajuste de los tratamientos en curso, la receta de medicamentos más indicados y el asesoramiento sobre cuidado de la piel y medidas preventivas. También se recomienda realizar consultas periódicas para un seguimiento óptimo, sobre todo en adultos y casos de eccema crónico o severo. El dermatólogo también puede evaluar la eficacia del tratamiento, detectar posibles complicaciones o errores en el manejo del tratamiento, y adaptar la estrategia de cuidado y prevención según la evolución de la enfermedad.
Un dermatólogo puede ofrecer un método personalizado de manejo de las lesiones del eccema, lo que incluye el ajuste de los tratamientos en curso, la receta de medicamentos más indicados y el asesoramiento sobre cuidado de la piel y medidas preventivas. También se recomienda realizar consultas periódicas para un seguimiento óptimo, sobre todo en adultos y casos de eccema crónico o severo. El dermatólogo también puede evaluar la eficacia del tratamiento, detectar posibles complicaciones o errores en el manejo del tratamiento, y adaptar la estrategia de cuidado y prevención según la evolución de la enfermedad.
Reference:
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